La germinación es un proceso mediante el cual, gracias a unas condiciones adecuadas de humedad, calor y oxígeno, el germen (embrión) comienza a desarrollarse para dar lugar a la futura planta.
Los antinutrientes son sustancias presentes de forma natural en algunos alimentos (legumbres, cereales, semillas…) que dificultan la asimilación de otros nutrientes: unos inactivan las vitaminas, otros bloquean la absorción de minerales o entorpecen la digestión de hidratos o proteínas. ¿Y por qué haría esto la naturaleza? Son sustancias que protegen a las plantas (la supervivencia de los vegetales dependen de que sus semillas se conviertan en plantas) de insectos, hongos, plagas y permiten garantizar las condiciones para que la semilla germine (y se convierta en planta). Sin embargo, contamos con un arma contra estos compuestos malignos: la cocina. 😅 El calor y el remojo reduce los antinutrientes a niveles, en general, poco preocupantes (esto cambia si hay mucha permeabilidad o autoinmunidad).
Técnicas tradicionales como el remojo, la germinación y la fermentación activan enzimas (como las fitasas) propias de granos y semillas. Estas enzimas reducen la cantidad y actividad de los antinutrientes y, de esta forma, tenemos un alimento más digestivo, cuyos nutrientes asimilaremos más fácilmente. En el remojo, por ejemplo, las fitasas actúan con mayor eficacia en temperaturas de 45-65 ºC y con un pH 5-6, de ahí que sea preferible remojar en agua tibia y con un chorro de vinagre o zumo de limón. En el caso del sarraceno, el remojo y la germinación reduce sobre todo los inhibidores de proteasas y los taninos.
- El pan, hasta hace no tantos años, era fermentado y llevaba 24-48 h de elaboración. La levadura no existía; se usaba la masa madre, que fermentaba y reducía los antinutrientes (incluso rebaja la cantidad de gluten).
- Los aztecas remojaban las semillas de las calabazas en salmuera y luego las secaban al sol o las cocinaban antes de comerlas.
- La soja, una de las semillas con más antinutrientes, solo se consumía fermentada: miso, shoyu, tamari, natto, tempeh…
Lamentablemente, esta sabiduría milenaria, patrimonio de la evolución humana, se está perdiendo. Y es una de mis misiones que no las olvidemos.
Un comentario
Pues algo hice mal que se hundió y se va viendo muy distinto a la foto.