La alergia y la atopia son tipos de respuestas inmunitarias inadecuadas a elementos extraños no dañinos (fuente). Se trata de reacciones de hipersensibilidad, es decir, una respuesta excesiva provocada en personas hipersensibles por la acción de determinadas sustancias (alérgenos), especialmente ambientales pero también alimentarias. Los alérgenos más frecuentes son los pólenes, loa ácaros del polvo, el moho (humedades), ciertas proteínas de origen animal (pelos, plumas, veneno de avispas y abejas), de alimentos (leche, huevos, pescado, soja, cacahuete…) y muchas sustancias químicas, fármacos o metales.
Las alergias, el sistema inmunitario y la microbiota
El sistema inmunitario se encarga de vigilar y defender frente a lo extraño («lo de fuera») y lo nocivo («lo malo»). Nos defiende frente a infecciones (bacterias, virus, hongos, parásitos…) y tóxicos (pesticidas, metales pesados, disolventes…), pero también se encarga del mantenimiento interno del organismo, vigilando a las células cancerosas (inmunovigilancia), reparando lesiones y limpiando desechos.
Sin embargo, el sistema inmunitario no puede vigilar todos los rincones del organismo ni hacer frente a todas las amenazas él solo. Necesita una aliada. Por eso, a lo largo de la historia, hemos aprendido a vivir en simbiosis con los microorganismos, y el cuerpo confía en ellos para muchas funciones, especialmente para la inmunidad. Hay más de 40 billones de microorganismos en nuestro cuerpo (microbiota) y solo 200 millones de células inmunitarias, lo cual da un ratio de 200.000:1 a favor de los microbios en las mucosas, el terreno de batalla donde todas las reacciones inmunitarias tienen lugar, especialmente en la mucosa gastrointestinal (eje microbiota-intestino-inmunidad). Esto significa que es virtualmente imposible para el sistema inmunitario vigilar cada milímetro cuadrado de las puertas de entrada a nuestro cuerpo ante la posible amenaza o invasión de cualquier bacteria, hongo, virus o parásitos. El sistema inmunitario necesita a la microbiota. En el ebook Intestino, microbiota e inflamación. Las claves de la inmunidad puedes profundizar en este punto.
Por tanto, cuando el sistema inmunitario y la microbiota se desequilibran, pueden aparecer respuestas inadecuadas, falta de inmunovigilancia y de funciones de reparación y limpieza, así como fuentes de inflamación y contaminación endógenas (disbiosis, permeabilidad intestinal, deficiencias nutricionales), etc.
¿Cómo se producen las alergias y atopias?
Las personas atópicas (y alérgicas), es decir, predispuestas a tener reacciones de hipersensibilidad, suelen desarrollar sensibilidad a los alérgenos con mayor facilidad, sobre todo si padecen disbiosis («colon irritable») e hiperpermeabilidad intestinales; es decir, una alteración de la microbiota intestinal y un exceso de permeabilidad intestinal, el llamado leaky gut o intestino permeable. Y aunque es cierto que, debido a la memoria celular y del sistema inmunitario, las alergias suelen ser un diagnóstico «para toda la vida», algunas alergias diagnosticadas en la infancia pueden variar en la adolescencia debido a los cambios hormonales y a la propia maduración del sistema inmunitario.
En las alergias y atopias, el sistema inmunitario piensa equivocadamente que estas sustancias (alérgenos) son peligrosas y dañinas para tu cuerpo, las identifica como nocivas y en futuras exposiciones o contactos con dichas sustancias, desencadena una respuesta de defensa que se manifiesta de diversas maneras según cada persona. Las manifestaciones más habituales son asma, rinitis, dermatitis atópica y alergias alimentarias (que no intolerancias), pero también conjuntivitis, urticaria, angioedema (hinchazón de la piel) y alergia a medicamentos mediada por IgE.
El sistema inmunitario tiene varios mecanismos para actuar. Uno de ellos es a través de la creación de anticuerpos (inmunoglobulinas o Ig). En las alergias en particular, los anticuerpos son creados por tu cuerpo cuando se encuentra por primera vez con alérgeno y cree que es peligroso cuando no lo es: es la fase de sensibilización y aquí no suele haber síntomas aún. En las alergias, los anticuerpos son de un tipo específico llamado IgE o inmunoglobulina E.
En esta fase, el sistema inmunitario fabrica IgE en grandes cantidades y de forma muy específica (solo para ese alérgeno), de tal forma que los anticuerpos puedan acoplarse y reconocer a las «sustancias extrañas» rápidamente para neutralizarlas. Estos anticuerpos son como soldados que circulan por el cuerpo acoplados a unas células llamadas mastocitos y basófilos. Así, tu sistema inmunitario vigila y se prepara para el combate por si vuelve a entrar ese agente extraño y peligroso. Más adelante, cuando vuelves a entrar en contacto con un alérgeno al que te has sensibilizado (ya hay IgE contra él), montones de estos anticuerpos que circulan por la sangre lo reconocen, se unen a él (como una cerradura reconoce una llave) y los mastocitos y los basófilos liberan sustancias proinflamatorias, principalmente histamina. Lo que da todas las molestias y síntomas de la alergia es esa histamina liberada en grandes cantidades para combatir el supuesto agente extraño. De ahí los medicamentos llamados antihistamínicos.
La histamina: los síntomas de las alergias y atopias
En la alergia, los síntomas suelen aparecer (muy) rápidamente tras ingerir el alimento o agente extraño, o incluso solo con el contacto con la piel. Estamos hablando de segundos. Las molestias pueden ser leves, como picores, estornudos, tos, conjuntivitis, moco y erupciones en la piel (urticaria, eczemas, sarpullidos…), hinchazón de la piel o mucosas (angioedema) o muy graves como pitidos en el pecho, sensación de que «se cierra la garganta», dificultad para respirar e incluso anafilaxia y riesgo de muerte. La intensidad de la reacción y los síntomas dependerá del estado (de hipersensibilidad) del sistema inmunitario de cada persona.
Pero también hay muchas personas que no tienen alergias pero sí presentan síntomas muy similares, que pueden aparecer hasta 72 horas después. Son las histaminosis no alérgicas. En estos casos, no participan los anticuerpos IgE pero sí las células inmunitarias que liberan histamina. Y es que, seamos alérgicas, atópicas o no, todas las personas liberamos histamina. Es una molécula imprescindible para la vida, pero su acumulación en exceso trae muchas consecuencias.
Síntomas y patologías asociadas a la histamina
Es importante saber que tenemos receptores de histamina en prácticamente todas las células, tejidos y órganos del cuerpo, por lo que sus síntomas, signos y patologías asociadas pueden ser muy variados e inespecíficos, y no siempre son únicamente los síntomas «tradicionales y típicos» de las alergias. Los síntomas y patologías más habituales a los que contribuye o es causa directa la histaminosis son:
Las intolerancias no son alergias
Aunque los síntomas puedan ser parecidos, e incluso mediados por la histamina en ciertos casos, una intolerancia no es una alergia. Por ejemplo, la intolerancia a la lactosa se debe a la falta de la enzima intestinal (la lactasa) que digiere la molécula de lactosa. Esta deficiencia enzimática puede ser genética o causada por daño en la pared intestinal (estrés, alimentación inflamatoria, gastroenteritis, disbiosis, parásitos, SIBO, H. pylori, medicamentos…). Las intolerancias a la fructosa y al sorbitol también se deben a daños en el tubo digestivo y a alteraciones de la microbiota, y no son reacciones de hipersensibilidad. Es cierto que también se pueden producir en estos casos liberaciones excesivas de histamina y síntomas similares, pero no son alergias. Estos problemas de histamina de hoy en día se deben en gran parte daños en el tubo digestivo y las consecuentes alteraciones de las enzimas que la descomponen (DAO, HMT). Además, si tu microbiota está desequilibrada, ciertos microorganismos que producen histamina de manera natural están más elevados y empeorarán tu tendencia a acumular histamina.
Por cierto, tu alergia NO ES GENÉTICA. No se heredan las alergias, sino la predisposición a desarrollarlas. Y por eso hay mucho margen de maniobra sin necesidad de recurrir a diario (o exclusivamente) a los antihistamínicos farmacológicos.
Estrategias para mejorar las alergias y las atopias
Además de los recursos más «convencionales» como los antihistamínicos (cetirizina, loratadina, ebastina, ranitidina…), los corticoides y las vacunas para la alergia, existen muchas cosas que puedes hacer para reducir o evitar el uso de estos fármacos y seguir mejorando. No es que se vaya a curar tu alergia, pero sí que puedes aumentar mucho la tolerancia frente a lo que reaccionas, especialmente en el asma y la rinoconjuntivitis alérgicas.
Si el origen de las alergias y las atopias son una reacción de hipersensibilidad del sistema inmunitario, y la respuesta inmunitaria está mediada y regulada también por la microbiota (sobre todo la intestinal), entonces las estrategias para mejorar las alergias y las atopias, así como la salud en general se basarán en:
- Regular el estrés y bajar el acelerado ritmo de vida al que vivimos hoy en día. Sabemos con certeza científica y empírica (lo veo cada año en consulta con cientos de pacientes) que vivir con estrés crónico (aunque sea «del bueno») supone una sobreactivación del sistema nervioso simpático, niveles elevados de cortisol y, por tanto, alteraciones del sistema nervioso, hormonal, digestivo y de la microbiota. Consecuencia: inflamación crónica de bajo grado, agotamiento de la inmunidad y desarrollo de síntomas y enfermedades.
- Optimizar el metabolismo para que el sistema inmunitario pueda funcionar correctamente. Sin flexibilidad metabólica (capacidad de utilizar con libertad/flexibilidad la grasa o la glucosa como sustratos energéticos) la respuesta inmunitaria no puede ser efectiva. Para esto, es crucial el ejercicio (especialmente de fuerza pero también el cardio), tener un buen músculo y llevar una alimentación antiinflamatoria con suficiente proteína, sin exceso de hidratos (refinados) y donde prime la densidad nutricional.
- Cuidar y reequilibrar la microbiota intestinal, así como tratar el exceso de permeabilidad intestinal. Para esto debes llevar una alimentación antiinflamatoria y prebiótica. Estas dos estrategias anteriores te permitirán garantizar niveles óptimos de los inmunonutrientes que necesita el sistema inmunitario para funcionar correctamente: vitaminas A, D y C, zinc, selenio… Recuerda que los niveles óptimos de vitamina D son un pilar fundamental de la inmunidad y empiezan a ser suficientes partir de 40-50 ng/ml.
- Recuperar el contacto con la naturaleza, tanto con plantas como con animales, pues estarás entrenando a tu sistema inmunitario y a tu microbiota en el «campo de batalla» natural, en el que evolutivamente se han creado. Sin embargo, la exposición constante a la contaminación y el medio ambiente de las ciudades daña al sistema inmunitario y a la microbiota, y por tanto empeora las alergias y las atopias. Obviamente, no se trata de que te metas en un nido de polen si estás en pleno brote alérgico.
- Reducir los tóxicos: ventila tu casa a diario, utiliza cosméticos y productos de limpieza e higiene sin tóxicos y, siempre que puedas, compra alimentos de proximidad, de temporada y ecológicos.
- Usar un agua mineralizada y limpia con filtros de calidad. Tienes jarras efectivas y baratas para el agua que bebes y filtros de ducha para cuidar el pelo y la piel (eccemas, dermatitis, etc.) y evitar tóxicos cada día. En esta charla te cuento mucho más al respecto y te hablo de mis filtros favoritos. Puedes usar el código RAMON para tener un descuento al comprar los productos de Keybiological y Alkanatur.
- Mantén una buena higiene bucal, ya que la permeabilidad oral o leaky mouth es crucial para la salud sistémica. La sensibilidad y el sangrado de encías es una de las pistas que debes buscar, y respirar por la boca de día y de noche, una de las causas principales.
- También tienes antihistamínicos naturales como ciertas plantas (la perilla o shiso, el comino negro), hongos (el reishi principalmente) y nutrientes (la quercetina o la vitamina C). Me gusta mucho el suplemento CNF Aller, de Nature Most (código RAMON para descuento). Puedes tomar 2-4 al día y funciona como un antihistamínico «natural» sin los efectos adversos a largo plazo de los antihistamínicos farmacológicos como Cetirizina o Loratadina.
¿Por qué recomiendas algo que lleva un componente prohibido por su toxicidad y otro de toxicidad alta? Hay que mirar mucho las calidades de la suplementación, me parece, simplementeporque ya es un negocio de mil millones anuales.
Pero gracias por tu artículo.
Gracias, Soledad, por tu aportación. ¿A qué componente prohibido te refieres? ¿Cuál es el de toxicidad alta? Solo para poder verificar de nuevo y rectificar en caso necesario 🙏
Tal vez se refiere a que utiliza dióxido de silicio y estearato de magnesio como antiaglomerantes y pueden ser potencialmente peligrosos para la salud…Yo tengo colitis ulcerosa y había descartado el aditivo dióxido de titanio en los suplementos pero ahora también miro que no lleven alguno de estos dos componentes que menciono.
Muy completo el artículo. Con respecto a los niños, los antihistamínico naturales son aptos para ellos. Qué riesgos tiene su suplementacion? Gracias
Buenas tardes, Soledad:
Aclararte que ningún laboratorio fabricante de complementos alimenticios está autorizado a trabajar con componentes prohibidos y, mucho menos, sacarlos al mercado.
De hecho, estamos sometidos a unos controles sanitarios especialmente exhaustivos. Si el sector está creciendo es precisamente porque tanto profesionales de la salud como pacientes y clientes mejoran significativamente su calidad de vida con estos productos.
Con respecto a la controversia relativa a los ingredientes que mencionas, cabe destacar los siguientes aspectos:
Tanto el dióxido de silicio como el estearato de magnesio son ingredientes inactivos necesarios para compactar un suplemento en formato tableta que, obviamente, no suponen ningún tipo de peligro para la salud y son totalmente inocuos para el organismo.
La cantidad que representan es prácticamente insignificante aunque tengamos que indicarla en la etiqueta (entorno al 2% del peso total por cada tableta).
Estamos regulados por la FDA, contamos con la certificación NSF International y tenemos que cumplir con la regulación sanitaria Europea para entrar en este mercado con lo que se nos haría extremadamente complicado trabajar con ingredientes que no sean o 100% naturales o totalmente inocuos (en el caso de los inactivos que no presentan actividad terapéutica).
Además, para asegurarnos más si cabe, empleamos patentes de estos componentes no activos. Para entender la situación, el dióxido de silicio se considera tóxico cuando se trata de nanopartículas y aún en este tamaño de partículas, resulta complicado garantizar que pueden causar daño hepático o gastrointestinal.
Bien, pues nuestras patentes se componen de partículas con un tamaño 1.000 veces superior a las nano por lo que no están ni cerca de ser consideradas como peligrosas. Cuanto más pequeña es la partícula, mayor es su toxicidad.
La alarma de todo esto surgió cuando se identificó su uso en forma de nanopartículas en productos de la industria alimentaria como quesos, harinas procesadas, etc. Algo que nos queda muy lejano a los laboratorios de suplementos y nutracéuticos. https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.2903/j.efsa.2018.5088
Un cordial saludo.
PORQUE UN NIÑO PEQUEÑO YA TIENE DERMATITIS ATOPICA EN SU PIEL, SI AUN NO COME DE TODO?
Gracias, Reyes, por tu pregunta. Porque, como explico en el artículo, la dermatitis atópica, como atopia que es, se debe a una reacción inadecuada del sistema inmunitario, y el (des)equilibrio de la inmunidad viene muy determinado, entre otros factores, por el estado de la microbiota y el intestino y por los factores psicoemocionales. Por desgracia, hoy en día, el medio en el que vivimos y los hábitos que tenemos (incluida la alimentación) son muy dañinos para el intestino y la microbiota. Además, la microbiota del bebé viene muy determinada por la propia microbiota de la madre, además de si este ha sido expuesto a muchos medicamentos (sobre todo antibióticos) en los primeros 3 años de vida especialmente. Y no olvidemos los factores psicoemocionales del propio niño y de su entorno, cruciales también para la salud digestiva, la microbiota y la inmunidad en general.
Espero haberte ayudado. La respuesta podría ser muchísimo más amplia pero creo que en gran parte responde a tu pregunta 🙂
Hola Ramón
A mi me diagnosticaron por análisis de sangre Déficit de DAO y ahora en otros análisis me ha salido que es un deficit genético, eso implica que no puedo revertirlo? (Yo pensaba que era por estrés, porque llevo un tiempo con mucha ansiedad generalizada)
No me gustaría estar siempre con un dieta baja en histamina, que piensas?
Gracias por todos tus post,
Me encantan.
Paloma, muchas gracias por tu consulta. En este caso es necesario verte en consulta privada para poder valorar tu situación y contestarte con responsabilidad.
Buenas tardes, Soledad:
Como laboratorio, nos vemos en la obligación de clarificar la situación puesto que las afirmaciones que haces en relación a “ingredientes prohibidos y tóxicos” son bastante graves y desacertadas.
Ningún laboratorio fabricante de complementos alimenticios, que cumpla con la normativa sanitaria y disponga de toda su cartera de productos correctamente notificada a Sanidad, tiene la mínima posibilidad de comercializar un producto que suponga un mínimo riesgo para la salud de las personas.
Si este sector está creciendo es precisamente porque cada vez más profesionales de la salud y clientes confían en estos productos y ven resultados palpables que mejoran su calidad de vida de forma natural.
Aclarar que tanto el dióxido de silicio como el estearato de magnesio son ingredientes inactivos necesarios para compactar un suplemento en formato tableta. La cantidad que representan es prácticamente insignificante, aunque se tenga que indicar su presencia en la etiqueta (entorno al ≤2% del peso total por cada tableta). Por tanto, no suponen ningún tipo de peligro para la salud y en esas cantidades son inocuos para el organismo.
Nosotros concretamente estamos regulados por la FDA, contamos con la certificación NSF International y tenemos que cumplir con la regulación sanitaria Europea para entrar en este mercado con lo que, te aseguro que se nos haría extremadamente complicado trabajar con ingredientes que no sean o 100% naturales o totalmente inocuos (en el caso de los inactivos que no presentan actividad terapéutica).
Además, para asegurarnos más si cabe, nosotros empleamos patentes de estos componentes no activos. El dióxido de silicio se considera tóxico cuando se trata de nanopartículas y aún en este tamaño de partículas, resulta complicado garantizar que pueden causar daño hepático o gastrointestinal. Nuestras patentes se componen de partículas con un tamaño 1.000 VECES superior a las nano por lo que no están ni cerca de ser consideradas como peligrosas. Cuanto más pequeña es la partícula, mayor es su toxicidad.
La alarma de todo esto surgió cuando se identificó su uso en forma de nanopartículas en productos de la industria alimentaria como quesos, harinas procesadas, etc. Algo que nos queda muy lejano a los laboratorios de suplementos y nutracéuticos. https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.2903/j.efsa.2018.5088
Por ejemplo, la B12 en forma de cianocobalamina es una vitamina B12 unida a un grupo de «cianuro». El cianuro es muy tóxico y la cianocobalamina no. Por tanto, no hay que confundir conceptos ni quedarse con el contexto a alto nivel porque ello puede llevar a malentendidos de este tipo.
Dicho esto, siempre que sea posible seguiremos innovando y mejorando para ofrecer la mayor calidad y los mejores resultados.
Un saludo.