Si nos detenemos a analizar la palabra desayuno vemos que significa “romper el ayuno”; en este caso el periodo transcurrido desde que comimos la última vez, por lo general la cena del día anterior. Teniendo esto en cuenta, el des-ayuno será cualquier comida que rompa esta ventana de tiempo sin comer, sea al levantarnos, a media mañana o a la hora de la comida, siempre y cuando sea nuestra primera ingesta. Vale, entonces estás de acuerdo conmigo en que el desayuno no es necesariamente la comida que tomas al despertarte.
Seguimos: ¿qué dicen el saber popular y la ciencia del desayuno?
El saber popular
Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo. Esta frase apunta a que debemos realizar la mayor comida del día a primera hora, para empezar la jornada a tope de energía e ir quemándola durante el resto del día, a medida que disminuimos poco a poco el tamaño de nuestras comidas, para terminar con una cena ligera, especialmente baja en carbohidratos, para evitar acumular grasa durante la noche. Muy lógico.
Piensa que la parte de tu cuerpo que se encarga de llevar la batuta de ciertas funciones corporales, el sistema nervioso parasimpático, debe activarse para controlar la digestión, y lo último que necesitas al principio de un día activo es empezar digiriendo grandes comidas y que esto te quite energía para otras cosas. Lógico también. O si no, ¿por qué te da ese bajón a media mañana o después de comer?
Lo que dice la ciencia
Los argumentos a favor del desayuno suelen girar en torno a dos grandes aspectos: rendir mejor durante la mañana y evitar la acumulación de grasa. Sin embargo, hay estudios científicos que apuntan en la dirección opuesta tanto en cuanto a los supuestos beneficios para la función cognitiva (1, 2, 3) como a la relación entre desayuno y acumulación de grasa (4, 5, 6). En lo que sí parecen coincidir es en que lo realmente beneficioso no es la hora a la que comes, sino el hecho de concentrar la comida en un tiempo más reducido, y aprovechar así los efectos favorables del ayuno (intermitente).
Todo esto me confirma una vez más que en general, pero en nutrición en particular, casi siempre se puede argumentar a favor y en contra con razonamientos o “pruebas” que demuestran que ambas hipótesis son buenas y ciertas. Pero ¿dónde queda el sentido común? ¿Y la bioindividualidad? Este término tan raro constituye mi piedra angular a la hora de trabajar como coach (y lo cierto es que también en mi día a día): todas las personas somos distintas y lo que a mí me va fenomenal a ti podría sentarte fatal; de la misma manera, no somos la misma persona ahora que hace 5 años, en verano ni en invierno y tampoco por la mañana o por la noche. Por eso, ¿qué tal si escuchamos más a nuestro cuerpo?
Escucha a tu cuerpo
Si eres de las personas que no desayuna porque va con prisas pero a media mañana te tomas cualquier cosa de la máquina o de la cafetería, mejor intenta incorporar un desayuno que te sacie y te ahorre dinero y tentaciones. O prepárate un picoteo fácil y saludable.
En caso de no tener hambre al levantarte y aguantas bien hasta el mediodía, o incluso si prefieres comer algo ligero a media mañana, porque es cuando te entra el apetito, adelante. Pero, por favor, no te pongas a desayunar porque has leído que es lo mejor que hay y que si no lo estás haciendo te estás perdiendo todos sus beneficios.
Ahora bien, si tienes hambre cuando te levantas y te gusta desayunar, adelante. Eso sí, si tienes resistencia a la insulina o principios de diabetes, un desayuno bien diseñado puede ayudarte a empezar el día con un mejor equilibrio hormonal y también a reducir la ansiedad.
Y si quiero desayunar, ¿qué desayuno?
Y te contesto con más preguntas, a la gallega: ¿Qué tomas cuando comes y cenas? ¿Por qué el desayuno tiene que ser diferente?
Primero, no puedo no hablaros de mi ingrediente favorito en general, y en los desayunos en particular: ¡los huevos! El huevo es uno de los alimentos más completos que existen. Y mi recomendación es que tomes juntas la clara y la yema, esta última preferiblemente tirando a cruda, para conservar todos sus nutrientes intactos. Pero si te gustan los revueltos y la tortilla francesa… lo importante es que lo que comas sea saludable y te guste.
Otra razón para comer huevo es que combina proteína y grasa saludable. La proteína es muy saciante, con lo que te ayudará a reducir el hambre durante la mañana mucho más que un desayuno a base de hidratos de carbono (7, 8). Y además también favorece el control de glucosa en sangre (9). Por otro lado, en cuanto a la grasa, aquello de que el huevo “es malo para el colesterol” ya está más que desmentido (10, 11). De hecho, la mayoría de estudios demuestran que comer hasta 3 huevos al día no supone ningún riesgo para la salud. Y decir la mayoría no implica que comer 4 o 5 sea peor; simplemente significa que hay más estudios que analizan ingestas de 1-3 huevos. Pero, vamos, que si un anciano de 88 años puede comer 25 huevos al día sin poner en riesgo su colesterol (12), no veo por qué 4 o 5 sería un problema. Una vez dicho esto, veamos unas cuantas ideas de desayunos.
Ejemplos de desayunos
Huevos
Pasados por agua (a los 6 minutos), duros, revueltos, en tortilla francesa o como más te gusten.
Ensalada
Suena raro. Lo sé. Pero una vez que superas la parte mental y lo pruebas, verás que no te arrepientes: la energía con que paso la mañana y lo bien que me siento al haber tomado una buena ración de verduritas hacen que no quiera volver a antiguas costumbres menos sanas. Y no tienes que renunciar al lado dulce: me encantan las ensaladas con dados de boniato, pasas o frutos rojos.
Batido
Rápido y todo lo completo que quieras. Y si eres de los que aprietan hasta el último segundo en la cama, te lo puedes llevar puesto. Y si lo has preparado la noche anterior, matrícula de honor.
Cereales (pero no los que te piensas)
Si eres de los que no se ve comiendo otra cosa que no sean cereales, te recomiendo las gachas de avena (porridge en inglés). También se pueden preparar la noche anterior; de hecho, a esta opción en inglés se la conoce como overnight oats o overnight oatmeal, por si quieres buscar recetas. Claro que también puedes hacerte tu propia granola/muesli o comprar una versión saludable que no lleve azúcar añadido. Y para ir dejando poco a poco el azúcar, la miel, la panela o los edulcorantes, puedes añadir frutos desecados como pasas, dátiles, orejones o higos.
Yogur o kéfir
Y si toleras bien los lácteos, un buen yogur o un kéfir de calidad sin azúcares ni edulcorantes añadidos (muy saciantes gracias a sus grasas saludables y ambos probióticos siempre que no sean pasteurizados), son una opción estupenda. Yo suelo recomendar los lácteos enteros, ya que soy partidario de alterar lo menos posibles los alimentos. La grasa que contienen es mínima y ayuda a absorber mejor las vitaminas liposolubles. Si prefieres semi o desnatado, asegúrate que no les han añadido azúcares ni edulcorantes.
Me gusta combinarlos con frutos secos y frutos rojos o con granola y crema de boniato, como en la foto de abajo.
¿Y a ti qué te gusta desayunar? Sea lo que sea, espero haberte convencido de que hay vida más allá del café y el zumo con tostadas con mermelada. Y si mantienes esta opción, mi recomendación es que busques un pan de calidad: que esté hecho con masa madre, que sea de fermentación lenta y preferiblemente que no sea de trigo tradicional; opciones como la espelta, el tritordeum, el centeno o el maíz son preferibles.
Ah, y no tengas miedo a variar. ¿O te parecería bien comer y cenar siempre lo mismo?
FUENTES
1. http://www.lifeextension.com/news/lefdailynews?NewsID=3434&Section=AGING&source=DHB%20060224&key=Body+ContinueReading
2. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/2064394
3. https://academic.oup.com/ajcn/article/100/2/626/4576549
4. http://sciencenetlinks.com/science-news/science-updates/time-restricted-eating/
5. https://academic.oup.com/jn/article/127/1/75/4728738
6. https://academic.oup.com/jn/article/127/1/75/4728738
7. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22948783
8. https://academic.oup.com/ajcn/article/83/2/211/4649849
9. https://www.fasebj.org/doi/abs/10.1096/fasebj.28.1_supplement.381.6
10. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16340654
11. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11023005
12. http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJM199103283241306
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