¿Cómo mata el coronavirus?
La gripe estacional, la influenza y el coronavirus-19 infectan y matan de una manera muy similar (fuente): la respuesta del sistema inmunitario acaba produciendo una inflamación de tal envergadura que la persona es incapaz de respirar correctamente y esto puede acabar en complicaciones graves para la salud e incluso la muerte. De hecho, el virus se llama SARS-CoV-2 por una razón: SARS son las siglas en inglés de Severe Acute Respiratory Syndrome, es decir, síndrome respiratorio agudo grave (también conocido en inglés como ARDS, Acute Respiratory Distress Syndrome).
Los estudios científicos nos cuentan en detalle cuáles son las vías que siguen este tipo de virus como los coronavirus para proliferar y cómo empeora la inflamación debido a una respuesta exagerada del sistema inmunitario.
Lo que sucede se puede resumir así: A modo de mecanismo de defensa, el cuerpo produce un líquido (como cuando te pillas un dedo con una ventana o una puerta) que, en caso de inflamación preexistente, puede acabar inundando los alvéolos e impedir así que el oxígeno de la respiración pueda pasar a la sangre y oxigenarla. Consecuencia: complicaciones respiratorios graves como neumonía o síndrome de distrés respiratorio agudo, sepsis o disfunción orgánica múltiple. El paciente pasa a necesitar respiración asistida y, en casos graves, puede llegar a producirse la muerte.
Eso es: la mayoría de las muertes relacionadas con el coronavirus se deben a una respuesta desmesurada del sistema inmunitario, no al daño que causa en sí el propio virus.
Si entramos en algunos detalles más técnicos de estos mecanismos inflamatorios e inmunitarios, el inflamasoma NLRP3 y el complejo proteico NF-κB son dos de los grandes protagonistas: por un lado, ciertos virus, incluido el coronavirus, utilizan una vía celular denominada NF-κB para proliferar; y por otro, la activación del inflamasoma NLRP3 agrava la inflamación preexistente.
¿Cómo saber si hay inflamación preexistente?
Existen una serie de síntomas, signos y manifestaciones que puedes detectar en el día a día, sin necesidad de realizar análisis clínicos en un laboratorio, para saber si padeces inflamación:
Un sistema inmunitario hiperreactivo o hipersensible: alergias, asma, hipotiroidismo, psoriasis, artritis reumatoide u otras enfermedades inmunitarias o autoinmunes.
Una propensión a infecciones respiratorias (catarros, gripes, rinitis, faringitis, laringitis, bronquitis, amigdalitis, asma, sinusitis, mocos constantes, etc.) o a otras afecciones infecciosas (herpes, virus del papiloma humano, cistitis, hongos vaginales o candidiasis, etc.).
Alteraciones cardiometabólicas: dislipidemias o problemas con el colesterol y triglicéridos altos, síndrome metabólico, resistencia a la insulina, diabetes, hipertensión, cáncer…
Trastornos digestivos: hinchazón abdominal (especialmente después de comer o según avanza el día), permeabilidad intestinal, disbiosis, SIBO, Helicobacter pylori, heces irregulares (estreñimiento, diarrea, heces pastosas u otras), gases excesivos, intolerancias, etc.
Disfunciones menstruales: reglas dolorosas, quistes, miomas, fibromas, SOP, infertilidad, endometriosis, sangrado excesivo, coágulos en la menstruación… Descubre en este post si tu menstruación es saludable o si tienes inflamación.
Otras manifestaciones: dolores musculares o de cabeza recurrentes, problemas de piel, insomnio, fatiga crónica, depresión, niebla mental y más ejemplos que puedes ver en esta lista.
Por tanto, la evolución y el pronóstico de la persona enferma dependen sobre todo de su estado de salud preexistente, es decir, del terreno en el que “aterriza” el virus, y en particular de la presencia de inflamación crónica.
¿Qué puedo hacer para bajar la inflamación?
Como ya te imaginarás, ninguna dieta va a impedir que te contagies del coronavirus, pero sí puedes rebajar la inflamación y fomentar una respuesta inmunitaria rápida y eficaz y, así, ponérselo más difícil al virus. Para evitar las complicaciones del coronavirus necesitas hábitos antiinflamatorios que contrarresten las vías inflamatorias mencionadas (NF-κB y NLRP3) y que favorezcan la acción de los linfocitos T reguladores (Treg), unas células muy especiales responsables de “apagar” la respuesta inmunitaria y evitar así que se cronifique.
Y te traigo buenas noticias: hay muchas cosas que podemos hacer desde ya mismo para rebajar la inflamación y mejorar esa respuesta exagerada del sistema inmunitario. Y, además, no te van a costar más dinero. Vamos allá:
Una alimentación antiinflamatoria que mantenga la glucosa y la insulina en niveles adecuados:
- Se trata de conseguir densidad de nutrientes con pocos antinutrientes (los que “roban” los nutrientes). En este artículo te cuento qué es y cómo ponerla en práctica.
- Además, debes evitar los famosos picos de glucosa, es decir, niveles demasiado elevados de glucosa e insulina (hiperglucemia e hiperinsulinemia), porque la insulina elevada constantemente bloquea la resolución de la inflamación y no deja funcionar correctamente a los linfocitos T reguladores (Treg), incluso cuando “ya no hay” virus en el organismo.
Con esto ya hemos hecho un gran camino, pero podemos ir más allá y permitir al cuerpo producir cuerpos cetónicos, especialmente β-hidroxibutirato (BHB), que, junto al glutatión, es una de las moléculas más antiinflamatorias que puede fabricar nuestro cuerpo. ¿Cómo? Con una alimentación muy baja en hidratos (dieta cetogénica), la cual mantiene a raya la inflamación y los picos de glucosa. El BHB, con su poder antiinflamatorio, inhibe el ensamblaje y la activación del inflamasoma NLRP3 (estudio) y ralentiza e incluso detiene la cascada inflamatoria, lo cual impide sus consecuencias potencialmente mortales.
- Ejercicio y ayuno intermitente: el ayuno y el ejercicio fomentan un mecanismo del cuerpo conocido como vía AMPK, que inhibe el complejo inflamatorio NF-κB. En este artículo te hablo del ayuno intermitente, sus beneficios y cómo hacerlo.
- El sol fomenta la producción de vitamina D (crucial para el sistema inmunitario), óxido nítrico y la oxigenación de los tejidos. Puedes leer más sobre la vitamina D aquí y aquí. Marcos Vázquez, de Fitness Revolucionario, te habla del óxido nítrico en este post.
- Del descanso y de tener un sueño de buena calidad se habla poco, pero no subestimes el poder proinflamatorio e inmunosupresor de la falta de descanso y de una mala calidad o insuficiencia de sueño a largo plazo. Descansar y dormir bien y suficiente son potentes antiinflamatorios.
Suplementación: en próximas entregas hablaré sobre suplementación que potencie el sistema inmunitario (ya puedes ver mi Instagram para más información) pero te advierto de que la suplementación poco puede hacer sobre un terreno (organismo) que no ha sido trabajado con los pasos anteriores.
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